
Sentarse en aquel parque muggle y dejar pasar las horas muertas, sintiéndolas deslizarse como en un lento, lentísimo goteo, se ha convertido en costumbre. Desde que acabó la guerra, Draco Malfoy no sabe qué hacer con su tiempo. Tiene una sensación permanente de vacío que no consigue llenar con nada. Pero un día, anclado en su estática contemplación del mundo, lo ve a él. A Harry, ¿a quién va a ser, sino?